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domingo, 28 de diciembre de 2008

El precio del placer


Cuando una persona decide tomar drogas de una forma más o menos habitual debe tener claros muchos aspectos donde ahora mismo no voy a a entrar, la droga sobre todas las cosas es ante todo una herramienta que no debe ser nunca una muleta para superar nada, o te gusta y la disfrutas o si no no la tomes, así de sencillo y no pretendo aconsejar su no consumo, ni dedicarme a explicar los efectos nefastos en la salud que los tiene y no son pocos en ningún caso, tampoco voy a decir que una sea mas "natural" que otra a fin de cuentas son las mismas excusas de los mismos adictos.

Pero para mi personalmente la droga es en puntuales ocasiones la única vía para crear, producir o gozar de manera intensa de ciertos momentos independientemente de cuales sean esos momentos y de la cantidad. En la cárcel la droga es un mal necesario, la alta población reclusa adicta a las drogas puede suponer un peligro no solo para las instituciones penitenciarias o el resto de reclusos sino que, un peligro para si mismos antes que para nadie más, de no existir un acceso interno a estas sustancias la vida en prisión sería un infierno mucho más duro y las autoridades y responsables de prisiones lo saben perfectamente por lo que su única preocupación consiste en el control de las cantidades y de la salubridad de la administración.

El precio y la calidad están por lo general bien relacionados, no es como en la calle donde pueden timarte más fácilmente, aquí se cuidan mucho de no timar y el precio se encarece bastante por la dificultad de conseguirla del exterior, lo que reina es de entre todas la cocaína seguida de la heroína, en los últimos tiempos la mezcla se empieza a posicionar delante pero aún sigue siendo principal el consumo de las dos anteriores por separado y por administración intravenosa.

La droga no libera, ni te saca de apuros ni te vuelve mejor persona pero tampoco tiene por qué ser una experiencia nefasta, en muchas culturas es tan natural su consumo como quien se toma unas copas en un bar. En mi caso la droga es por lo general un vehículo para afrontar un principio de creación, la he usado al programar en mi vida en libertad, la he usado para soñar y la he usado también para amplificar las sensaciones sexuales, no tengo reparo en decirlo ni me ocasiona ninguna clase de vergüenza reconocer que me gusta y que ocasionalmente la consumo.

En un prisión el tiempo libre es un enemigo, el preso se encuentra en constante lucha contra este enemigo invisible que atenaza nuestros sentidos, por tanto no es de extrañar que sean tantos los presos que acaban atrapados en el consumo de drogas. Otra parte consumimos ocasionalmente y una minoría no consume en absoluto, pero también entre los "carceleros" se consume, trabajar en una presión es por lo general muy estresante, de alguna manera el carcelero también es preso del tiempo y por tanto padece ciertas similitudes con tensión alta a niveles más bajos que en el caso del preso pero no por ello menos doloroso y hastiante. Es muy sencillo criticar el consumo pero no hay voluntad de comprender al que consume y buscar las causas de esta relación hombre-droga.

En la calle se carece de tiempo, el tiempo es preciado y cada vez más escaso mientras que en una prisión el tiempo sobra y pesa demasiado prolongando las horas hasta convertir un día en una eternidad. Las prisiones modernas intentan ofrecer espacios de aspecto poco opresivo aunque una prisión es siempre un lugar en constante tensión, algunas veces a algún preso se le va la cabeza y puede hacer diferentes cosas, autolesionarse, intentar inútilmente escapar o la peor y más habitual que suele ser agradir a otros presos y en un ambiente opresivo, tenso, aburrido y de rutina medida al milímetro un ser humano puede explotar en cualquier momento, la droga sujeta casi siempre al ser humano y suele ser un punto de inflexión en una prisión, una forma si se prefiere de mantener un cierto grado de calma. Es cierto que para que esto sea así el usuario de la droga debe ser una persona con plenas facultades mentales, alguien cuya voluntad sea firme y que no tenga deseos violentos, aunque parezca increible, en las prisiones españolas la mayoría de los presos reunen excelentes capacidades mentales y aprenden a autocontrolarse.

Este fin de año, agazapados en la oscuridad de sus celdas, escondidos en los vestuarios de los funcionarios, muchos tomarán droga y a pesar del ambiente opresivo y tenso intentaran salir adlante y encontrar un motivo por el que celebrar el año que está a punto de comenzar.

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